Por: Angel Fernandez / Especial para Bávaro Digital

En la política de la provincia La Altagracia, hablar de relevo es hablar de comparación. Sin embargo, pretender colocar a Rafael Barón Duluc (Cholitín) como el “nuevo Amable Aristy” es no entender la dimensión histórica, social y política del fenecido líder de Higüey. Amable Aristy Castro no fue simplemente un senador; fue un fenómeno político, un caudillo con raíces profundas en cada rincón de la provincia, un hombre cuya figura sobrepasó los límites del cargo y se convirtió en símbolo de identidad para su gente.
Y es que en los corrillos políticos de La Altagracia se está jugando con fuego: se pretende vender la idea de que Rafael Barón Duluc (Cholitín) es el relevo natural de Amable Aristy Castro. Esa teoría no aguanta el más mínimo análisis. Comparar a Cholitín con Amable es como poner a un aprendiz de violinista al lado de un director de orquesta mundial.
Amable Aristy fue un fenómeno. Un líder que no necesitaba redes sociales ni asesores para conectar con la gente. Sus caravanas eran ríos humanos, sus mítines se llenaban sin pagar un pasaje, su nombre arrastraba multitudes. Durante décadas, ningún político en La Altagracia —ni dentro ni fuera de su partido— pudo competirle en terreno. Su liderazgo era absoluto.
Cholitín, en cambio, ha llegado al Senado más por coyunturas que por construcción. Ganó, sí, pero no porque sea el heredero del Cacique, sino porque la política moderna se fragmenta y se reparte en pedazos. Su figura no tiene arraigo histórico ni la mística de quien marcó generaciones. No lo buscan en los barrios de madrugada, no lo recuerdan en las comunidades como benefactor, no llena plazas por sí mismo.
Hoy, algunos quieren fabricar comparaciones apresuradas para vestir a Cholitín con un traje que nunca le servirá. Porque un relevo no se impone desde la opinión pública; se construye en el respeto y la memoria del pueblo. Y la memoria colectiva de esta provincia ya tiene claro quién fue el único líder indiscutible: Amable Aristy Castro.
Amable, el líder de todos
Amable construyó su liderazgo con décadas de trabajo, de presencia en la calle, de favores cumplidos y compromisos honrados. Sus caravanas no eran simples actividades políticas: eran manifestaciones de pueblo. Supo ganarse el mote de “El Cacique” porque dominaba el terreno, porque lo conocían desde el batey más humilde hasta los grandes hoteles que levantaron la marca Punta Cana en el mundo.
Su legado está marcado por la cercanía. Fue un hombre que daba la cara, que sabía escuchar al ciudadano común, que aparecía donde nadie más llegaba. Esa conexión auténtica es irrepetible y, por más que se intente, no puede fabricarse desde el poder momentáneo ni con discursos de ocasión.
Cholitín no es relevo de Amable
Comparar a Rafael Duluc con Amable Aristy es como pretender que una sombra sustituya al sol. Cholitín podrá ocupar una curul en el Senado, pero jamás tendrá el peso histórico, ni la mística, ni la dimensión social que construyó Aristy Castro a lo largo de su vida.
El actual senador carece de esa fuerza caudillista que convirtió a Amable en figura indiscutible por más de tres décadas. Su paso por la política puede tener méritos, pero el título de “sucesor de Amable” le queda demasiado grande. La Altagracia tuvo un solo líder de esa magnitud, y su nombre fue Amable Aristy Castro.
Un referente que trasciende el tiempo
El recuerdo de Amable sigue vivo porque dejó huellas, no promesas. Su estilo de hacer política –criticable para algunos, venerado para otros– marcó una época que nadie podrá borrar. Fue, sin lugar a dudas, el político más influyente de la historia moderna de La Altagracia, y su impronta no puede repetirse por decreto ni por capricho de comparaciones.
Amable Aristy Castro fue más que un senador: fue un fenómeno social. Cholitín podrá ser senador, pero jamás será el relevo del Cacique de Higüey.
No nos engañemos: Cholitín podrá ser senador, pero jamás será el relevo. El sol no tiene sustituto, y en la historia política de La Altagracia, Amable seguirá brillando mucho después de que las luces de otros se apaguen.
¡Qué bueno, administrador! Gracias por tus reflexiones.